LA DAMA DE LAS FLORES
- Caloretti Editores
- 26 jun 2024
- 2 Min. de lectura

Visitar la casa de Yasmina Moscovici, artista plástica venezolana rumana, fue una aromática y fantástica experiencia, pues ella ha hecho de su hogar un nido multicromático de su pasión. Orquídeas, rosas, girasoles deambulan por las paredes y muebles de su recinto, nos brindan evidencias sobre el lenguaje de conjugar armonicamente la luz y sus contrastes.
Charles Darwin decía que las flores tienen muchos misterios, uno de ellos es cuando se abren al mundo para dar lo mejor de sí. Las flores esconden una magistral arquitectura, si nosotros penetráramos en su interior como si fuéramos una gota de agua nos sorprenderíamos por sus secretos. Yasmina las conoce bien, cada día las recrea con sus pinceles. En su imaginación los sépalos, tallos, pétalos y estambres adquieren particulares significancias, es una genética adaptativa su labor.
Es tanta la pasión de esta mujer, representante de la mujer venezolana residente en Rumania, que las paredes de su hogar son lienzos floridos. Sus vivaces ojos pagan las consecuencias de su persistente trabajo, aunque a veces lagrimean por añoranzas. Las orquídeas son las favoritas de la artista, existe en el mundo entre 25,000 a 30,000 especies. Ella las elige con esmero, no debemos olvidar que la orquídea es la flor nacional de Venezuela, por todo eso, no dudo en llamar a Yasmina como la “Dama de las flores”.
Sin embargo, debo decirles que no solo flores pinta Yasmina, también nos ofrenda hermosas mujeres semidesnudas, con pieles bronceadas en perfectas tonalidades. Según versión de su propia creadora esas imágenes les recuerda instantes juveniles vividos en las playas venezolanas.
Con una cámara en la mano fui explorando el mundo supremo de esta creadora. Haciéndome la idea de cómo las imágenes floridas de selvas y jardines caribeños se impregnaron en las pupilas infantiles de esta dama, signándola de por vida, para beneplácito nuestro. Quien diría, que hoy en la ciudad de Curtea de Arges, en Bucarest, tan lejana a Sudamérica, ahí ella impone su huella de artista, trazo vivo el de su arte.
También debo revelarles que me sorprendió un hermoso lienzo, el de un cristo, colgado en una pared en el pasadizo de su hogar. Con una mirada tierna, perfecta diría y con su cabellera repleta de humanidad nos conmueve. Tomé una foto en la cual la artista lo contempla con ternura, pienso que se siente protegida con la presencia de esa imagen. Ella nos informa que muchos han querido comprar el cuadro, pero el valor que para ella tiene rompe todos los moldes comerciales. El óleo está colocado en un lugar que parece un pasadizo del tiempo, por donde discurren los visitantes que saben que Yasmina se inmortaliza con todo esto.
Finalmente, y después de saborear una espumante cerveza dorada, me despido de Yasmina y de Elena, su fiel amiga, con la grata seguridad que esta artista seguirá sorprendiéndonos con sus trabajos. Por lo pronto yo me llevo mi bella flor de la “Timidez” que me regaló Yasmina, por supuesto en la abundancia de su corazón. Sé que sus tonalidades lilas, rosados y blancos, serán mis compañeros de sueño y de aventuras, pues con tanto hechizo de esta artista no me queda otra cosa que compartir las imágenes con todos ustedes, para su beneplácito y alegría.
Reporta: Mirian Caloretti.
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