Plumas quebradas...
- Caloretti Editores
- 26 jun 2024
- 3 Min. de lectura

«Si la libertad no se resuelve en una cadena
quebrada, una cadena quebrada
representa sin embargo, la libertad”.
Pradine. M.
«Sabemos que fue Duarte», son algunas de las palabras que rezaban en las pancartas agitadas por los manifestantes reunidos en el Hemiciclo Juárez, colonia de Narvarte en México, en agosto último. Hecho suscitado frente a los multiasesinatos realizados el 31.07.2015 en la ciudad federal, en la cual el periodista gráfico Rubén Espinoza Becerril, junto a Yesenia Quiroz, Nadia Vega, Alejandra Negrete y Mile Virginia, fueron aniquilados por las fuerzas asesinas de ese país, lo cual pareciera que le ganan la batalla a la paz, a la democracia y a la vida.
El Señor Celso Schroder, Presidente de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC) recuerda que durante el período de Javier Duarte de Ochoa, como Gobernador del Estado de Veracruz, han sido asesinados los periodistas: Miguel Ángel López Velazco (2011); Misael López Solana (2011); Yolanda Ordaz de la Cruz (2011); Regina Martínez Pérez (2012); Gabriel Huge Córdova y Guillermo Luna Varela (2012); Esteban Rodríguez (2012); Víctor Báez Chino (2012); Gregorio Jiménez de la Cruz (2014) y este 2015 Moisés Sánchez Cerezo; Armando Saldaña Morales y Juan Mendoza Delgado. Lista negra a la cual debemos incluir, a pesar nuestro, el nombre de Rubén Espinoza Becerril.
De ahí que no es sorpresa, para nadie, que en las pancartas de los manifestantes figure “Sabemos que fue Duarte”, pues, como informan los medios periodísticos mexicanos, Espinoza Becerril trabajó como fotógrafo para el Gobernador de Veracruz, pero de pronto dejó su puesto, debido a discrepancias con éste, enrolándose activamente en contra de las agresiones a los hombres de prensa en Veracruz. Fuentes periodísticas afirman que el gráfico asesinado declaró públicamente que los ataques a la libertad de prensa y las amenazas en su contra provenían directamente del Gobernador de Veracruz, ciudad mortal para el trabajo periodístico de acuerdo a lo que informa Reporteros Sin Fronteras (RSF).
¿Cuál es el precio de la vida? ¿Cuál es el precio de la muerte? Nos preguntamos a diario y con plena indignación, pues cuando se asesina a un periodista se mata la democracia. El precio de la muerte de un periodista es la Democracia. La intolerancia jamás podrá concebir que la verdad se abra paso en una sociedad, y por ende que los derechos de los ciudadanos a estar bien informados se imponga por encima de cualquier interés personal, de grupo o de poder económico, sostenido en lo delincuencialmente corrupto.
Las investigaciones, detenciones, sanciones y demás medidas represivas que se tomen en contra de los asesinos son necesarias, pero no son suficientes. El reto es cambiar el hecho de que en México y/o cualquier otro país Iberoamericano o mundial, se vienen implementando políticas de Estado que en lugar de favorecer el fortalecimiento del derecho ciudadano lo vienen debilitando. Petardeando desde su propio interior al no acabarse con las grandes redes de la corrupción y del narcotráfico que existen. Sean estos representados en capos, familias o partidos políticos, que sostienen las redes de corrupción de manera descarada, persiguiendo e intentando silenciar a sus voceros públicos, como son los periodistas, los grandes embanderados de la pluma.
Y qué hay detrás de todo ese sistema de Estado, político y corrupto, están las pingües ganancias, que reinan y mueven a sus gendarmes como títeres por el mundo. Esa es la plena verdad. Gobernadores, alcaldes, congresistas, militares, políticos y algunos empresarios, son ese Sistema de Estado, que se esconde detrás de la cortina del escenario políticosocial para defender su poder.
Los periodistas contemporáneos son los nuevos quijotes, quienes usando las plumas como lanzas abren paso a la verdad, y en ocasiones como las que hoy informamos se quiebran sus plumas, sangran frente al escándalo de la muerte, reclamando justicia. Es decir, el costo de la verdad es la sangre del propio periodista, que aun conociendo el riesgo se lanza en tremenda odisea. Por eso, no dudo en afirmar que ellos representan la moral de una sociedad que pese a todo no se quiebra, resiste.
El poeta peruano Manuel Scorza, unido a la danza quijotesca de la pluma nos decía: «Cuando un pueblo cae a la penumbra sauria, y los hombres se callan, se enfangan, se empuercan…». Rubén Espinoza no se calló, salvó la dignidad de México, esa dignidad que tienen los hombres al decir la verdad por encima de todo, de todo…
El periodista que ofrenda su vida, ejerciendo el esencial derecho de informar a una sociedad, para sacarla de la ignorancia y la penumbra, lo hace para salvar a esa sociedad de su propia voracidad; es decir, la muerte preserva la vida; por ello, este honor y gloria aspira a la paz más allá de la muerte.
Lic. Mirian Caloretti Castillo
Periodista afiliada a la ANP. R.G. 9564.
Perú, agosto, 2015
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